Mi nombre es Abraham Juárez, nací un día sábado 3 de octubre de 1987, en México.
Los primeros recuerdos de mi infancia son sensaciones. El inicio de cada año académico tenía un olor eufórico a otoño y a imprenta; las mañanas llenas de neblina en las calles susurrando a lo lejos el sonido de los apresurados pies de quien va al trabajo, a la escuela, etc, balbuceando un nuevo día, a vida y a misterio; la noche del sábado era dulce y chispeante, mientras que las tardes de los domingos se me atoraban en el esófago ásperas y grises, pero apacibles y deliciosamente melancólicas como el dulce "Cavatina" de Raul Di Blasio.
Desde que era un niño pequeño recuerdo no poder entablar relaciones sociales fácilmente; me agobiaba e intimidaba tanto el entorno pues jamás podía dejar de sentir y vivir inmerso de sinestesias muy embriagantes que amplificaban hasta el infinito todo lo que mi ser captaba entre líneas de cada gesto irrelevante de la vida. Era como si tuviera unas glándulas extra alojadas en las entrañas que segregaban sensibilidad a hervores. Ya intuía y sentía los acechos más ocultos de las inquietudes y las exaltaciones de los que me rodeaban. Vivía expuesto a la radiación emocional sin filtros, con la piel porosa.
Supongo que me encuentro entre aquel sector de la población altamente sensibles. Personas cuyos sentidos están muy desarrollados, solemos tener algunas percepciones sensoriales por encima de lo normal, conscientes de cosas muy sutiles del entorno, con un sistema nervioso muy refinado que reacciona ante el más mínimo estimulo, personas como yo somos muy creativas, nos conmovemos fácilmente con el arte, la música, somos muy empáticos y tenemos una gran capacidad de escucha; algunos son introvertidos, otros no, mientras que a otros no nos queda aún muy claro.
No tenemos ningún trastorno ni patología ni nos pasa nada malo. Ser una persona altamente sensible es tener unos rasgos determinados de personalidad que, bien canalizados, se pueden convertir en un don para nosotros mismos y para los que nos rodean.
Yo me incline por la música, por el dibujo y la pintura. No subestimo ningún arte, todas son perfectas he infinitamente indispensables. La vida sin el arte, no tendría sentido.